viernes, 2 de junio de 2017

MATRIMONIOS - LOS PREJUICIOS


LOS PREJUICIOS

Luc 6:37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.

INTRODUCCIÓN

El hombre es prejuicioso debido a su condicionamiento social, si su color de piel es de un tono la sociedad le condiciona para que se burle y critique a los que tienen otro color de piel, si vive en un estrato social se burlara y criticara a los que no viven en su mismo estrato, sin importar si este es bajo, medio o alto, lo mismo pasa si se es gordo, flaco, mujer, hombre, para todo la sociedad ha forjado en nosotros prejuicios con los que tendemos a ver a nuestro prójimo, impidiéndonos ver la realidad.

Cuántas veces hemos visto a alguien y sin conocerlo algunos dicen: “uy me cae mal”, no conocemos realmente a las personas e inmediatamente nuestro condicionamiento nos provee un prejuicio para juzgar a los demás.

Así vivimos toda nuestra vida tratando de dar sentido a algo que no lo tiene, llenos de prejuicios que nos impiden amar y servir a nuestro prójimo, este condicionamiento divide naciones, razas, religiones, y género. Y aunque nos parezca raro, esto también afecta a la pareja, pues, aunque nos conozcamos por algún tiempo con nuestro cónyuge siempre parecemos estar llenos de prejuicios contra él o ella.

DESARROLLO

Miremos algunos de los prejuicios que se han forjado por generaciones en el matrimonio, “casarse es echarse la soga al cuello”, “todos los hombres son iguales”, “a las mujeres no las entiende nadie”, “nunca”, “siempre”, estos son solo algunos de ellos, con los que muchas parejas batallan día a día.

Tendemos a juzgar a nuestro cónyuge sin mediar palabra, sin escuchar argumentos, pues lo que para nosotros parece ser, termina siendo lo que creemos y formamos una tormenta en un vaso de agua. Cuantas veces nuestro cónyuge nos repite las frases célebres con las que ha sido condicionado para defenderse, para herirnos, o para generar conflicto. Son incontables las ocasiones en las que he tratado con parejas en las que veo que gran parte de sus problemas radica en el condicionamiento de sus pensamientos hacia su cónyuge.

Necesitamos ser desacondicionados de esta mentira global que se ha sembrado en el matrimonio, no podemos ir al matrimonio llenos de prejuicios, sobre lo que es correcto y lo que no lo es, si nos casamos es para cumplir en nuestro hogar con el diseño bíblico y sometidos a Dios amarnos en comprensión, servicio y entrega. No podemos seguir tratando a nuestro cónyuge si somos varones con el condicionamiento machista de la sociedad que se ha impuesto, debemos ser serviciales y entregar la vida por nuestra pareja, y para el cónyuge mujer, tampoco puede seguir tratando a su pareja bajo los prejuicios feministas de este mundo, porque si no llegaran a un momento en el que no se soportaran el uno al otro y la paz en el hogar se extinguirá. La burla, la crítica y los prejuicios son algo delicado en el hogar que deben ser tratados con justicia, bondad, sin prejuicios y llenos de la gracia y bondad de nuestro Dios.

CONCLUSIÓN

Si seguimos dándonos tan duro dentro del matrimonio no iremos a ningún lado, necesitamos dejar de juzgarnos tan duramente y aprender a vernos como Dios nos ve.
Si nos vemos tal cual Dios nos ve con la misericordia con la que ha visto nuestro pecado, con el perdón con el que perdono nuestros pecados, entonces, amarnos no será tan difícil, soportaremos todo con paciencia y comunicaremos a nuestro cónyuge lo bueno y lo que no lo es con amor, para que podamos mejorar y cambiar.

Ojalá pudiéramos abandonar todo prejuicio, pero no es fácil, llevamos viviendo así mucho tiempo, solo Dios y su bendita palabra puede cambiar nuestra forma de pensar para que podamos dejar de juzgar tan duro a nuestro cónyuge y abandonar todo prejuicio para que la paz y la armonía reinen en nuestro hogar.


Oremos, Señor ayúdanos a abandonar todo prejuicio del mundo y enséñanos a conformar el amor en el hogar a tu palabra y ejemplo, que podamos ver a nuestro cónyuge con misericordia como tú nos has visto y que podamos servir al propósito de ayudarle y madurar en la fe, amen.

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