jueves, 11 de mayo de 2017

MATRIMONIOS - CONQUISTA TU TIERRA PROMETIDA


CONQUISTA TU TIERRA PROMETIDA

Exo 3:8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.

INTRODUCCIÓN

Todos creemos cuando llegamos al matrimonio que hemos culminado una gran área de nuestras vidas, que por fin se cumplió la promesa de Dios para nosotros de tener una pareja. Y tendemos a creer que ya fue, ya se acabó, ya no hay nada más. Pero nos equivocamos, porque en realidad empieza un camino hacia una vida diferente con todos los desafíos que esta dispone.
Llegar al matrimonio se parece mucho a la historia de la tierra prometida, esa tierra que les fue prometida al pueblo de Israel en Egipto, al cual Dios les llevaría luego de sacarles de Egipto para luego entregárselas.
Ellos también creyeron que al llegar a ella todo seria mejor, pero lo que no sabían, era que tenían que luchar por conquistarla, así mismo la tierra prometida de tu cónyuge te ha sido dada, ahora tienes que conquistarla una batalla a la vez.

DESARROLLO

Dios le prometió a Israel que les conduciría a una tierra donde fluyen leche y miel, una tierra bendecida por Dios en gran manera y hasta el más conforme creyó en su corazón que de seguro allí acabaría la búsqueda de una tierra, la cual el Señor entregaría en sus manos, hasta encontrarse con la realidad, de que al cruzarla tendrían que enfrentar una nueva serie de desafíos para conquistar aquella tierra.

De igual manera sucede con el matrimonio, Dios nos da una promesa que dice: (el que ha encontrado esposa, ha hallado la muestra de la bendición de Dios, Prov 18:22), y claro nos encontramos enamorados, pensando en lo bello de este paso que hemos tomado, pero así como a Israel le fue dada la promesa que se cumplió al terminar su travesía por el desierto, cosa que experimenta el joven que se encuentra soltero en el desierto de la soledad, no tiende a dimensionar que las bendiciones o promesas de Dios vienen acompañadas de grandes desafíos que deben ser sorteados.

Pues como Israel encontró su tierra, así mismo la encuentra el recién casado, y tarde o temprano va a darse cuenta que debe conquistar aquello que ya Dios le entrego de antemano. Su tierra prometida es su pareja, su esposo, su esposa, pero no basta con ir al altar para que todo fluya. Ahora es que empiezan a descubrirse los desafíos que acompañan esta maravillosa travesía, van a tener que conquistarse el uno al otro, un día enfrentaran gigantes en las montañas, otro día enfrentaran problemas económicos en el valle, otros días enfrentaran grandes batallas en contra de sus propios pensamientos y sentimientos para que esa tierra que un día les fue prometida, sea consumada en la conquista de cada aspecto de sus vidas, carácter, egos, temperamento, sueños, deseos.

CONCLUSIÓN

Quien se casa y no conoce lo que le espera, puede enfrentarse como el pueblo de Israel a sus más grandes temores, enfrentarse a sí mismo y a aquellos que se aman, con el único objetivo de ayudar a nuestra pareja a ser quien Dios le mando ser.

No nos hagamos falsas expectativas de lo que debe ser una relación, contemos con la realidad de que nos fue entregada una magnifica promesa, pero para que esta se vuelva una realidad, somos dos diamantes en bruto que necesitan ser pulidos y trabajados para que se pueda apreciar su valor real.


Oremos, Señor no permitas que descuidemos la conquista que nos fue prometida en nuestra pareja, que como a la tierra prometida podamos ir en su conquista con amor, paciencia y perseverancia, dando frutos que glorifiquen tu nombre y sosteniendo un hogar en bendición que sea de testimonio para el mundo, amen.

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