jueves, 12 de enero de 2017

ESTUDIO BÍBLICO 2 PEDRO 1

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ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe

2Pe 1:1  Simón Pedro,  siervo y apóstol de Jesucristo,  a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo han recibido una fe tan preciosa como la nuestra.
La fe debe ser preciada por aquel que la posee, pues no es un atributo que se pueda lograr por la perseverancia del hombre y es un medio que nos permite llegar a la verdad, y vivir en la gracia. Es por la justicia divina en Cristo que hemos podido ser justificados para recibir la fe por la cual hemos podido creer, crecer y ser formados, gloria a Dios.
2Pe 1:2  Que abunden en ustedes la gracia y la paz por medio del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor.
Es notable que el conocimiento de la verdad, o sea de Cristo y de Dios, hacen que podamos confiar cada día mas lo que trae como resultado una vida sosegada, en paz y gozo, también con este entendimiento la gracia se derrama con mayor abundancia para obrar en aquello que de antemano Dios ha preparado.
2Pe 1:3  Su divino poder,  al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia,  nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda.*
Es por medio del poder de Dios que se nos ha dado a entender el misterio del conocimiento de Dios, quien nos ha llamado a vivir una vida donde nuestras necesidades serán suplidas conforme su voluntad. Vivir como Dios manda no es vivir una vida llena de lujos o excentricidades, quien las necesita, aún necesita ser trasformado, una vida como Dios manda es una vida en paz, con satisfacción y plenitud primero de su presencia y luego de aquello que podemos necesitar.
2Pe 1:4  Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes,  luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos,  lleguen a tener parte en la naturaleza divina.*
Sus promesas nos han sido confiadas con un propósito, servir de faro en medio de la oscuridad para que podamos guiarnos, ser iluminados en medio de los malos deseos que gobiernan la mente, para trascenderlos y vivir en victoria sobre el pecado. Pedro acota una expresión maravillosa, “la naturaleza divina”, en nuestro ser habitan 2 naturalezas, una divina y una terrenal, solo aquel que es llamado por Dios y con diligencia permite que Dios le perfeccione pude escapar de la corrupción del mundo que le llama desde su naturaleza carnal a través de los malos deseos puede adentrarse en la naturaleza divina. El mundo vive alimentando y fortaleciendo la naturaleza carnal que le domina, más el hombre espiritual busca trascenderla para ir en pos de lo eterno, lo imperecedero, lo divino.
2Pe 1:5  Precisamente por eso,  esfuércense por añadir a su fe,  virtud;  a su virtud,  entendimiento;
Pedro desentraña desde lo más profundo de la escritura el camino que todo creyente debe seguir si en algún momento pretende ir en pos de lo divino, entonces nos exhorta a esforzarnos por añadir cosas a aquello que ya es evidente en la vida del creyente, fe. Nadie puede buscar lo divino sin fe, la fe es un faro que nos guía y nos permite crecer. Pedro empieza con la primera parte del rompecabezas, la fe, esa fe salvadora con la que empezamos a ser conscientes del pecado y de nuestra naturaleza carnal, además de ser conscientes de la presencia de Dios, este es el comienzo que todo creyente descubre al momento de su nuevo nacer. Luego pide que a esta fe añadamos virtud, porque virtud?, porque hemos contaminado nuestro ser y esa naturaleza divina de la cual tenemos parte empieza a conducirnos hacia un nuevo estado, un estado de virtud, en donde podemos elegir ahora con libertad lo que hemos de hacer, que camino elegir ya sin condicionamientos, ni forzamientos por el pecado, podemos elegir la virtud por sobre lo profano en cada decisión, en cada palabra y en cada acción. Luego nos pide que añadamos a la virtud entendimiento, de nada nos sirve cambiar si no entendemos el porqué, y para llegar al entendimiento del que nos habla Pedro no solo es necesario el conocimiento de las escrituras y de Dios, sino también que este conocimiento sea revelado a nuestro interior, que se convierta en un saber, no solo un conocimiento, es diferente conocer algo que saberlo, existen dos tipos de sabiduría una terrenal y una divina. La sabiduría terrenal puede enseñarte lo que debes entender, pero solo la sabiduría divina puede dártelo a conocer.
2Pe 1:6  al entendimiento,  dominio propio;  al dominio propio,  constancia;  a la constancia,  devoción a Dios;
Ahora añade a tu entendimiento dominio propio, pues de nada nos sirve conocer algo, si ese algo no puede ser puesto en práctica, no podemos solo hablar de santidad, necesitamos vivirla, experimentarla para que el conocimiento y la revelación se completen, la práctica del dominio propio es la práctica de la negación de esa vieja naturaleza. Seguimos añadiendo constancia, perseverancia, diligencia para ir en pos de lo eterno, de su reino y justicia, que surge en la medida en que morimos a nosotros mismos. Luego de que hemos añadido todo esto el crecimiento empieza a tornarse cada vez más profundo y la crucifixión de nuestro ser se completa cuando nos entregamos con devoción completa a la voluntad divina. Entregarse por completo es el acto de contrición más poderoso, porque es allí cuando realmente mueres a ti mismo, ya no eres tú, sino Cristo en ti, muy pocos buscan llegar a este estado, porque implica la negación completa de su ser, y quien está dispuesto realmente a morir?.
2Pe 1:7  a la devoción a Dios,  afecto fraternal;  y al afecto fraternal,  amor.
Solo hasta que la devoción se completa en el ser del hombre, entonces pueden hacerse evidentes los frutos del Espíritu en amor, nadie puede amar a Dios y amar al prójimo si primero se ama más a sí mismo. El amor que da la vida por alguien, que no espera nada a cambio, que se limita a entregarse cada día con pasión y vida, ese es el amor verdadero que surge de una naturaleza divina que ha sometido por completo a una naturaleza terrenal difícil de domar, que por momentos parece ganar la batalla y que nos hace infructuosos en el camino de la verdad.
2Pe 1:8  Porque estas cualidades,  si abundan en ustedes,  les harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo,  y evitarán que sean inútiles e improductivos.
Quien conoce a Cristo, conoce su caminar, y sigue sus pasos como ejemplo de una vida abnegada al servicio de Dios. Quien busca añadir estas cosas a su vida enfrentara un camino difícil que solo puede ser sorteado con la gracia divina. Pedro nos dice que si abundan estas cosas en nosotros creceremos en el conocimiento de Cristo y además como resultado de ello evitaremos ser inútiles e improductivos para su reino.
2Pe 1:9  En cambio,  el que no las tiene es tan corto de vista que ya ni ve,  y se olvida de que ha sido limpiado de sus antiguos pecados.
Quien por su propia decisión opta por no ir en pos de estas cosas, aunque puede ver su vista se ha nublado casi por completo, hasta el punto de que ya ni ve lo que antes podía ver, esa gracia, ese amor, esa necesidad por su presencia y la búsqueda continua de ejercer y añadir cada una de estas virtudes que son fruto del crecimiento espiritual, olvidándose de que ha sido limpiado de sus pecados.
2Pe 1:10  Por lo tanto,  hermanos,  esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios,  que fue quien los eligió.  Si hacen estas cosas,  no caerán jamás,
2Pe 1:11  y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Todo lo que añadimos lo hacemos al esforzarnos por asegurarnos del llamado que Dios ha dispuesto en nuestros corazones, y su elección para con nosotros. Si obramos como Pedro sabiamente lo ha discernido entonces no caeremos jamás y además se nos abrirán de par en par las puertas del reino de nuestro Señor Jesucristo. Creo que ningún pasaje del nuevo testamento contiene las palabras que aquí se mencionan, nadie había sido tan atrevido para decirnos que no caeríamos jamar y que el reino de abriría a nosotros. El reino no es un lugar, es más bien un estado interior al cual podemos acceder en la medida en que morimos a nosotros mismos y nos hacemos participes de la naturaleza divina en lo eterno. Si el reino fuese a llegar con Cristo en su segunda venida, creo que Pedro no habría halado de esta manera, pero lo hizo sabiendo que el reino se abriría a aquellos que le buscan, que se entregan con devoción y amor a su amado.
2Pe 1:12  Por eso siempre les recordaré estas cosas,  por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen.
Parte de su predicación consistía en repetir con frecuencia estas cosas, porque aunque las conocieran, era probable que pocos las pusieran por obra, y ese conocimiento les fuese revelado.
2Pe 1:13  Además,  considero que tengo la obligación de refrescarles la memoria mientras viva en esta habitación pasajera que es mi cuerpo;
Pedro como peregrino en este cuerpo terrenal, habitación que todos tenemos, evidencia la importancia de recordar con frecuencia las enseñanzas y fundamentos de la verdad.
2Pe 1:14  porque sé que dentro de poco tendré que abandonarlo,  según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo.
Reconocer los tiempos de Dios es un don de Dios, Pedro reconoce que le queda poco tiempo, pues así se lo ha manifestado Cristo mismo. Su revelación y conocimiento provienen de una relación que se formó durante 3 años como discípulo y toda una vida como enviado en su nombre.
2Pe 1:15  También me esforzaré con empeño para que aun después de mi partida* ustedes puedan recordar estas cosas en todo tiempo.
Nos exhorta a que recordemos esta enseñanza sobre el camino del creyente pues es una guía que nos ayuda en nuestro crecimiento.
2Pe 1:16  Cuando les dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo su poder,  no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos sino dando testimonio de su grandeza,  que vimos con nuestros propios ojos.
Los enviados no han traído un cuento supersticioso acerca de la verdad, sino que han dado testimonio de aquello que han conocido, de aquello que han podido experimentar, por eso no hablamos de lo que podría ser, sino de lo que es, hablamos de la verdad como quien la conoce, no como aquel que pretende haberla conocido. Sabemos que hablamos verdad porque no hablamos lo que queremos sino el mensaje que se nos ha confiado y lo hemos visto obrar con poder en el corazón de aquellos que creen.
2Pe 1:17  Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre,  cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo:  " Éste es mi Hijo amado;  estoy muy complacido con él."*
Cristo mismo fue honrado y glorificado por el Padre desde su bautismo hasta su transfiguración en el monte, cuando aquella voz como trueno se dirigió a él, hayo a su hijo y hubo complacencia en él.
2Pe 1:18  Nosotros mismos oímos esa voz que vino del cielo cuando estábamos con él en el monte santo.
Pedro fue testigo de aquellos eventos que marcaron su vida, como experiencias de vida que trasforman y le permitieron reconocer al mesías.
2Pe 1:19  Esto nos ha confirmado la palabra* de los profetas,  a la cual ustedes hacen bien en prestar atención,  como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro,  hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en sus corazones.
Luego de vivir aquellas majestuosas experiencias, ellos mismos confirmaron lo vivido con las escrituras, encontrando que todo era verdad, ellas les guiaron en medio de los lugares más oscuros de sus dudas e inquietudes, para que luego de encontrarle la luz que había surgido en sus corazones despuntara y saliera a relucir el lucero de la mañana que es Cristo, en sus corazones.
2Pe 1:20  Ante todo,  tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie.
2Pe 1:21  Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana,  sino que los profetas hablaron de parte de Dios,  impulsados por el Espíritu Santo.

Esta expresión de Pedro es esencial para discernir la profecía verdadera de la falsa, cuando una profecía es falsa surge de la mente, cuando la mente interviene ella interpreta y dice lo que se piensa, mientras que la profecía que viene de parte de Dios no tiene un origen en la interpretación de la mente, ni parte de la voluntad del hombre, sino que surge de la inspiración del Espíritu Santo para hablar el mensaje que Dios tiene a su pueblo. Como saber si la mente es la que interpreta? Primero debemos ver los frutos de arrepentimiento y los del Espíritu en la vida de aquel que profetiza, entre más frutos mayor confianza en la profecía pues este ser va camino a menguar de sí mismo, segundo debemos escuchar atentamente lo que se nos profetiza para discernirla, si encontramos argumentos que no tienen sustento escritural entonces la profecía no es verdadera y no proviene de Dios.

1 comentario:

  1. Paz a su vida, siga siendo usted usado para la gloria del Dios vivo y Nuestro señor Jesucristo.

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